Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Depende

Quién mira el viento, brazo que levanta el mar, azota pueblos y puentes, riega árboles como migajas. Nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Es, a veces, frescor, ligereza que baila el bosque, hebra de aire, aliento en las olas.

Y aquí estamos, con nuestros ritos de intemperie, queriendo adivinar de qué humor anda hoy.

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