Sus ojos eran tan tristes, que cualquiera se hubiese enamorado de su pena. Y yo la miraba embelesado y me preguntaba cómo hacía para sonreír, cuando tenía que ver el mundo a través de tanto dolor.
Es bien sabido que una carga la vida a cuestas; a veces en los hombros y otras veces en los ojos, ahí mismo donde se guarda el alma. Y aunque la contemplaba de lejos, podía escuchar el estruendo de su llanto cantándole a la tristeza. Sin siquiera derramar una lágrima.
:D
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