Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Ya no duele sonreir

Después de tantas noches die desvelo intentando sacarme las tristezas del pecho, al fin puedo dormir. Aprendí a poner de mi parte y no dejarle todo al tiempo, y aunque debo decir que no ha sido nada fácil para mi, ya no duele tanto sonreír.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario