Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Nadie tiene la culpa

Todavía nos miramos desde lejos con deseo y frustración; he aceptado que eso es algo que no cambiará nunca.

Ahora lo sé.

Ella también lo sabe.

Nos hemos educado, hemos aprendido a soportarlo, comprendido que hay amores que están mejor así, interrogantes, inciertos, inacabados.

Que hay personas destinadas a observarse en silencio entre las gentes; no es culpa de nadie, aunque hubieses llegado un poco antes, siempre te habría esperado un poco menos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario