Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Quiérete

Y que no dejes que la vida se te convierta en un puñado de culpas. Y que en vez de quedarte ahí, solo esperando, recojas lo poco que tengas y te marches. Y en vez de esperar que la noche te abrace, abrazala tú a ella. Y que te prepares para lo que venga, que pintes tus días en colores, que mejor hagas de tu historia, un cuento con un bonito final. Y sobre Ios que se fueron, que ya no pueden volver, los dejes ahí cosidos en tu alma, porque por más que intentes arracarlos de alli, ahí se quedarán. Me he dado cuenta que el tiempo pasa muy rápido y que los recuerdos, nunca se van. Por eso, convierte todo lo que sientas en un arrullo de canciones y paseate por la cama mientras intentas dormir... y habla con tu almohada, y mira la pared, y mira tus dedos y curiosea tus pies. Porque ahora elegir entre mi soledad y lo que hay afuera, prefiero el ruido de esas voces que aparecen en media madrugada, parece lluvia y en la mañana, parece verano. Y no te quedes, alza vuelo, y no llores, sonríe. Y no hagas nada que no te permita ver con claridad el horizonte que te grita tan fuerte para que vayas hacia él. Hay tanto por mostrar, respirar y sentir. Y ojalá, un día, cuando ya no creas que puedes hacerlo a tu manera, te dejes llevar y no te sientas culpable, y que hables con la verdad, y que te mires al espejo y percibas lo real que eres y que los jueves de cada semana te vayas caminando lejos por el camino que nunca creíste caminar y que los domingos por la mañana sientas tus pies ligeros, pero también tu vida, tu mente y tu alma. Y ya. Deja que la corriente te lleve lejos, mira el cielo. Respira fuerte. Aférrate a ti. Quiérete.

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