Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La culpa

No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste. Todo lo que hiciste en el pasado es perfecto de acuerdo al nivel de conciencia que tenías en aquel entonces. Si ahora lo puedes ver diferente, celebra tu toma de conciencia, pero no le des gusto al ego, de controlarte con su arma más poderosa: la culpa.

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