Ahora que sé, cuerdamente, lo que quiero para mi vida en la que tú estás, he decidido, sin prisas, sin arrogancias, despacio, enseñarte poco a poco mis defectos, mis partes rotas, mis quiebres, mis debilidades, por si acaso decides desaparecer en cualquier instante sepas dónde hacerme daño, lo hago con este afán, por si decides atravesar mi corazón, sepas dónde, por si decides lastimarme y yo deseo quelo hagas. Y no porque encuentre satisfacción en el dolor, no es algo que agradaria a mi alma, más bien; es la prueba de que te estoy confiando lo que soy, más allá de toda materia física. Esta vez quiero confiarte mi alma, mis pasos, mis ojos, mis manos, mi corazón… Toda mi vida.
Justamente, ahora, o en estos días, puedes con toda libertad tomar la decisión de quedarte, de estar conmigo, o de irte; sin mí. O puedes simplemente callar, sostener mis ojos y tomarme dela mano. Pero, en cualquier caso, justamente, ahora, o en estos días, te estoy dando permiso de quererme. Sin miedos, sin reparos, sin límites (...).
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