Podrán decir lo que quieran, pero es inútil negar este amor. Yo te quiero por tu ángel y vos me querés sin razón, y eso nos alcanza para partir la vida en dos y compartirla.
Juntos, separados, enamorados, enoja dos, como sea, siempre terminamos en la misma situación: mis brazos rodeando tu cintura, tus manos tomando mi cuello y nuestros dientes mordiéndose los labios con pasión y devoción.
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