Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Amor

Oye, mi vida, el desacorde acento 
de mi cítara rota y destemplada; 
oye la voz del alma envenenada 
por las heces amargas del dolor.

Escucha el eco que se lleva el viento 
y que vibra tristísimo en tu oído, 
porque es la voz del corazón herido 
que llora y que padece por tu amor.

Aquí en mi pecho que por tí palpita,
llevo grabado tu semblante hermoso, 
sin que pueda mi sino doloroso 
arrancarme esta imágen de candor.

Y sin cesar mi corazon se agita,
cuando, bella, te miro en mi memoria; 
y eres mi dicha, mi existir, la gloria
de mi encendido y delirante amor.

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