No son estos tiempos los extraños,
que nos nublan sin piedad los aparejos,
no dejan de ser los mercenarios,
quienes imponen prisión al firmamento.
que nos nublan sin piedad los aparejos,
no dejan de ser los mercenarios,
quienes imponen prisión al firmamento.
No me tocará a mi la desventura,
de encontrar de nuevo el orden de las cosas,
pero me resigno a sangrar de la amargura,
como remedio para no aburrirme hasta la fosa.
de encontrar de nuevo el orden de las cosas,
pero me resigno a sangrar de la amargura,
como remedio para no aburrirme hasta la fosa.
Y seguirá rozagante la ignorancia,
haciendo agosto de tanto desatino,
sin regalarnos un poco de bonanza,
ni concedernos una tregua en el destino.
haciendo agosto de tanto desatino,
sin regalarnos un poco de bonanza,
ni concedernos una tregua en el destino.
Se ha acabado por completo la lisonja,
de la voz que retumbaba en la penumbra,
del heráldico canto de esperanza,
que nos llenaba el buche con minucias.
de la voz que retumbaba en la penumbra,
del heráldico canto de esperanza,
que nos llenaba el buche con minucias.
Ya son otros tiempos los que vienen,
no me tocará a mi andar desentonado,
mi lugar se vuelve intrascendente,
pero no hay quien me quite lo bailado.
no me tocará a mi andar desentonado,
mi lugar se vuelve intrascendente,
pero no hay quien me quite lo bailado.
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