Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

De nuevo tú

Tú, que ocupas los pequeños instantes que separan los segundos, el silencio entre cada palabra que pronuncio y el hueco que me queda en el pecho cuando suspiro.

Tú, que te escondes tras las sombras que me acompañan en los paseos tardíos y te meces en la brisa como un perfume desconocido.

Tú, que te has colado en mi cabeza y pretendes vivir para siempre en ese pequeño rincón al filo de la cordura.

Tú...

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