Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Me gusta observarte

Me gusta observarte cuando no me ves, desde la distancia, como si fuésemos el alfa y la omega de un mundo al revés.

Me gusta observar como piensas, me gusta velar el jardín de las mil reticencias que decoran tu rostro.

Me gusta pintar con tus manos mi alma de agosto para que se vaya este frío.

Me gusta ese efímero instante en el que solo soy un crío a merced de tu encanto.

Me gusta ser la cerilla con la que enciendes tus pecados, me gusta ver como arden y luego divagas.

Me siento a admirar los estragos de nuestro bosque quemado levitando invulnerable en el cielo de tus bragas.

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