Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

ESCRIBIR BAJO LAS ESTRELLAS

Yo tenía en mis manos el silencio y la noche
en una tierra en que mi pecho era polvo,
sereno, agua fresca y sal en la espalda.
Quise volver a rascar luz a las luciérnagas,
terminé siendo piedra para convertirme
nuevamente en aroma de ola y caracoles.
Vine a la noche con el agua entre mis piernas,
crucé el camino, ligero con el velo de un pájaro,
para dejar de tener sombra aún en la luz.
Ahora no soy más que un hombre
con la frente amplia, el sendero por delante,
entre cañas, almendros,
catedrales y llamaradas de cabellos
en los faroles.
¿Qué más deseo como hombre,
cómo ser humano?
Tan sólo un instante de paz,
como el que ahora mismo siento
al escribir bajo las estrellas.

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