Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

SIMPLEMENTE

Y simplemente, me quedé contigo.
Sin buscar ya nada, sin hallar mitigo.
Si serás la gloria, si serás castigo,
eso ya no importa, porque a ti me obligo.
Pero nada culpo, ni invierno ni estío.
Pude tener rosas, pude tener trigo,
pero ya en la tarde, quise yo rocío,
y en mi noble idilio, me quedé contigo.
Pude no llamarte, pude no rogarte.
Acabar la historia de este amor mendigo,
siendo no cobarde, no desear mirarte,
más no fui valiente y me quedé contigo.
Pude yo marcharme, continuar mi viaje,
hasta conformarme, ser tan solo amigo,
borrar del paisaje, tu preciosa imagen,
pero simplemente, me quedé contigo.
Y de mil mujeres haber yo escogido,
la que fuese clara, la que fuera nido.
Pero al ver tus cartas, yo ya había perdido,
ya la ingrata fuerza de tu edad cedido.
Espero el momento, de gritar rendido;
Que eres tú mi bien, lo que más bendigo,
que eres el amor, que más ha dolido,
por eso no dudé... ¡y me quedé contigo!

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