El tiempo es inclemente y frío
cuando entra en los huesos del
alma.
Enfriado los ruidos de una pasión
presente e insaciable como la que
alguna vez nos encontró amando.
Ya lo rutinario hacia efecto y es que
la única manera de detener el
tiempo es haciendo lo que se hace
cuando se está amando.
No somos culpables y quienes lo
sean tampoco lo son; y es que no
hay culpa en los finales.
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