Y si aún tienes dudas: te quiero.
Más de lo que piensas,
menos de lo que pueden mis fuerzas;
y es que te quiero de a poco, a fuego lento,
para que cuando comience el incendio,
ya ninguno de los dos tenga escapatoria.
Te quiero con paciencia y certeza,
te quiero como quiero despertarme
muy temprano por las mañanas
para poder verte dormir más tiempo.
No es un secreto que adore cuando te enojas,
o cuando arrugas la nariz y los labios
cuando sabes que te estoy mintiendo.
Tampoco está de más decirte
lo genial que te queda ese jersey mío
con el
que andas todo el día en la casa,
leyendo siempre un libro,
o escuchando música en la terraza.
Te quiero como quiere el frío a los días grises,
que nunca parecen tan grises
cuando no dejas de abrazarme.
Te quiero como aquel que no tiene prisas,
ni pausas, ni tiempo para medir las ganas;
yo te quiero
y me gustaría zanjar aquella duda.
Ten la seguridad de que
aunque no seas la única mujer del mundo,
eres el único mundo con forma de mujer.
Aprendí a quererte leyendo tus gestos
y todas tus manías;
detalles que componen
la mejor obra de arte jamás compuesta:
tú.
Eres tú y te quiero,
y si algún día vuelves a dudarlo,
sólo mírame a los ojos cuando te lo diga.
Es lo único en lo que no puedo mentirte.
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