Te hice mía. Pero un «mía» que no tiene nada que ver con la posesión. Un mía de compartirte conmigo, sin que dejes de ser tuya. Un mía de puertas para afuera, pero de poemas hacia dentro. Un mía que hace que me entregue en versos y playas, en sueños y desiertos. Un mía que me dice que nunca me alcanzará el tiempo para escribir todo lo que me inspiras. Solo me queda esto y tú, que eres más de lo que un triste individuo como yo puede desear para ser feliz. Te quiero y ojalá aquello sea suficiente. Suficiente para que sea recíproco. Suficiente para escribirte. Suficiente para que sonrías cuando te lo diga.
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