Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Me fui acostumbrando

Pero me fui acostumbrando a tu ausencia, ya no eras más el tema exclusivo de mis versos, te fuiste convirtiendo en papeles y cartas viejas que se esfumaron junto con tus promesas de amor eterno. La última que recuerdo haber visto la consumió lentamente el fuego, asistido por mi mirada de libertad.

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