En ti,
en cómo tus manos buscarían mi pelo
en la mañana.
se perderían, inocentes, por mi barba.
En ti,
en que cuando estoy así, sentado en el silencio,
es porque cualquier cosa que dijese
sería como revelar el truco
después de la magia.
Lo único que sé sobre la poesía,
cada vez que te miro,
es que no está a tu altura.
En ti,
en que hay ratos en los que estás preciosa,
y no te das cuenta.
En tu acento del Norte
cuando te pones señora,
cuando las cosas deben salir como tu quieras,
en que me siento estúpido
porque me gusta.
En tus manías,
tus locas manías,
en lo gata que te pones
cuando los tejados y Madrid,
en que te he visto niña
y dentro llevas una mujer maravillosa.
En ti,
en tu rock and roll de barra,
en tu boca de cerilla,
en el fuego de tu escote,
en lo tonto que me pongo
en el desorden de tus bailes.
Te vi saltar en los conciertos
y un estadio entero se quedó bajo tus pies.
En ti,
en todo lo que eres capaz de hacer,
en lo mucho que me jode que tenga que ser yo quien te lo diga,
en que cada vez que te mires al espejo
deberías ver al huracán que llevas dentro,
a la montaña de mujer que eres.
En ti,
en mí sin ti,
en la soledad que dejas
cada vez que bajo a la estación
y no estás conmigo
para equivocarnos de parada.
En todo eso pienso,
pues tú das para pensar en mucho,
para volverse loco,
pero como me pasa siempre,
cuando Nadie se convierte en Alguien,
callo, sonrío,
y no digo nada.
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