Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Respiras dormida

Te escucho dormir
a mi lado, plena,
interrumpido
el aspaviento
de tu mano,
el tintineo de los aretes
quieto,
hueles a mí y a ti
y al aire de verano
en el balcón
que nos aspira.  
Que mueve tu pecho
desde adentro,
suavemente,
el pezón erguido
y una gota de sudor
en él como caricia.
Te escucho
y se mezcla 
con los pájaros
del amanecer
tu inhalación
de sueños.
El misterio
es revelación
cuando te escucho.
Dormida respiras
y a lo lejos el sol
va tocando al mundo
al ritmo de tu aliento.

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