Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

A unos ojos

Aunque con semblante airado
me miráis, ojos serenos,
no me negareis al menos,
ojos, que me habéis mirado…

Por más que queráis mostraros
airados para ofenderme,
¿qué ofensa podéis hacerme
que iguale al bien de miraros?

Que aunque de mortal cuidado
dejéis mis sentidos llenos,
no me negareis al menos,
ojos, que me habéis mirado.

Pensando hacerme despecho,
me mirasteis con desdén;
y en vez de quitarme el bien,
doble bien me habéis hecho…

Que aunque os hayáis mostrado
de toda clemencia ajenos,
no me negareis al menos,
ojos, que me habéis mirado…

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