Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Voto

  Dímelo  con tus ojos y cogeré los frutos de mi huerto en donde el tiempo 
se ha trocado en dulzura y con ellos llenaré una cesta que tenga forma 
de corazón o de navío para ti que estás tan lejos, en el jardín de la tarde.
   La estación avanza, avanza con pie dorado, llena de grave esplendor. 
La flauta del nostálgico calla en la sombra. Dímelo con tu silencio y la flauta 
gemirá por ti, entre todas la más lejana.
   Dímelo apenas con tu sonrisa y me daré a la vela sobre el río, hacia ti, 
rodeada por la lejanía. El viento de marzo se levanta e infla el pecho de las velas 
y las olas.
   Mi huerto exhala toda su alma a la hora entristecida en que la luz 
cierra sus párpados. Llámame con tu alma desde tu casa, en la playa de la lejanía, 
al otro lado del crepúsculo.

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